Signos y causas del desprendimiento de placenta, consecuencias para el feto

Una afección peligrosa que puede producirse durante el embarazo es el desprendimiento de placenta. Se produce cuando la placenta, que proporciona oxígeno y alimento al feto, se separa del útero antes del parto. Para garantizar la seguridad de la madre y el niño, es imprescindible comprender los síntomas y las causas subyacentes de esta afección.

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Es importante no hacer caso omiso de los síntomas que puede experimentar la mujer, como contracciones, hemorragias y dolor de estómago. Estos síntomas pueden sugerir que algo va mal y que necesitas ayuda de inmediato. Es fundamental ser consciente de los peligros potenciales.

El desprendimiento de la placenta puede tener diversos efectos, pero el feto corre un grave riesgo. El resultado puede alterarse, protegiendo la salud y el bienestar del feto, con una detección precoz y una atención médica rápida.

Qué es?

Sólo cuando el desprendimiento de la placenta se produce después del parto, tras el nacimiento del bebé, se acepta como normal. El «lugar del niño» Al quedarse sin recursos y volverse superflua, es abandonada y da a luz. La placenta, que se forma sobre el corion durante el embarazo, proporciona al bebé todos los nutrientes y el apoyo que necesita para crecer y desarrollarse, incluido el oxígeno.

El desprendimiento parcial o total de la placenta de la pared uterina, acompañado de daños en los vasos sanguíneos, se denomina desprendimiento prematuro. La medicina no comprende del todo el mecanismo de desarrollo del desprendimiento, pero los procesos que siguen son evidentes: se produce una hemorragia de intensidad variable y proporcional al tamaño del desprendimiento.

La patología afecta con mayor frecuencia a mujeres que han tomado la decisión de ser madres por primera vez. Además, el desprendimiento de placenta es tres veces más frecuente en las mujeres que dan a luz prematuramente que en las que lo hacen según lo previsto.

El estado de la placenta determina en gran medida el estado y la viabilidad del bebé, así como su desarrollo. La placenta no sólo participa en el intercambio gaseoso (suministra oxígeno al bebé y elimina el dióxido de carbono), sino que también lo nutre, lo protege y participa en la producción de muchas hormonas necesarias para que el niño nazca con éxito. La placenta suele estar muy pegada a la pared del útero: el feto y el agua la presionan desde arriba, y las paredes del útero desde abajo. Es esta doble presión la que impide que la placenta abandone su lugar prematuramente. Desprendimiento grave de la placenta, el desprendimiento total de la placenta antes del nacimiento del niño provoca hipoxia aguda: el bebé se ve privado de oxígeno y nutrientes. El fondo hormonal del cuerpo de la mujer embarazada se ve alterado. Si no se proporciona atención médica de urgencia, el niño morirá. Si el bebé es muy prematuro en el momento del desprendimiento, lo más probable es que también muera.

En caso de desprendimiento parcial marginal, el suministro de oxígeno no se interrumpirá por completo, pero será insuficiente. Las consecuencias para el niño no tardarán en aparecer: el bebé no recibirá suficientes nutrientes, experimentará hipoxia crónica y puede ralentizar su desarrollo y crecimiento. El estado de hipoxia crónica tiene un efecto perjudicial en todos los órganos y sistemas del niño, pero en mayor medida – en el sistema nervioso y el funcionamiento del cerebro y la médula espinal, así como el sistema músculo-esquelético. Para la mujer, el desprendimiento es peligroso por la aparición de hemorragias. En caso de hemorragia prolongada, se produce anemia y el estado de la futura madre empeora considerablemente. Con una hemorragia intensa, característica de un desprendimiento total de gran superficie, la mujer puede morir por pérdida masiva de sangre. Incluso un pequeño desprendimiento de placenta que se produzca en distintas fases crea un enorme riesgo de aborto o parto prematuro.

Causas

  • Presión. La hipertensión puede provocar el desprendimiento de la placenta. La mitad de las mujeres que sufrieron un desprendimiento de placenta eran hipertensas. En un 10% de los casos, el desprendimiento de placenta se produce en el contexto de un aumento o disminución espontáneos de la tensión arterial. A menudo, la presión arterial comienza a «saltar» bajo estrés severo, en una situación psicológica amenazante y desfavorable. Estar mucho tiempo tumbada boca arriba provoca una violación de la presión en la vena cava inferior, lo que también puede provocar el desprendimiento de la placenta de la pared uterina.
  • Patología repetida. Si una mujer ha sufrido previamente un desprendimiento de placenta, la probabilidad de que se repita es superior al 70%.
  • Embarazos múltiples y tener muchos hijos. Las mujeres que tienen dos o tres hijos son más propensas a sufrir patologías que las que tienen un solo hijo. A menudo, el desprendimiento de placenta se registra en mujeres que han dado a luz muchas veces y con frecuencia: sus paredes uterinas están más flácidas y estiradas.

  • Edad de la embarazada. Para las embarazadas de más de 30 años, el riesgo de desprendimiento prematuro es varias veces mayor que para las mujeres de entre 18 y 28 años. Si la futura madre tiene más de 35 años, a menudo su placenta «adquiere» un lóbulo adicional, y es este lóbulo el que se desprende durante el parto, provocando el desprendimiento automático de todo el «lugar del bebé».
  • Embarazo tras infertilidad, FIV. Si el embarazo se produce tras un largo periodo de infertilidad, de forma natural o como resultado de métodos de reproducción asistida, como la FIV, entonces aumenta la probabilidad de desprendimiento de la placenta, el riesgo se estima en torno al 25%.
  • Gestosis y toxicosis. En las primeras fases, la toxicosis grave y dolorosa se considera un factor de riesgo. El vómito, las náuseas, los trastornos metabólicos y las caídas de presión suelen provocar el desprendimiento en uno u otro grado. En las fases avanzadas, la gestosis es peligrosa.

Los vasos sanguíneos sufren edema, obesidad, evaporación de proteínas del cuerpo a través de la orina e hipertensión; estas afecciones también pueden provocar que la placenta se separe de su lugar previsto.

  • Características del útero y los vasos sanguíneos. Algunas anomalías en la estructura del principal órgano reproductor femenino, por ejemplo, un útero bicorne o en forma de silla de montar, así como anomalías en la estructura de los vasos uterinos pueden provocar abortos espontáneos habituales debido a desprendimientos constantes.
  • Placenta previa o baja placentación. Si por alguna razón el óvulo fecundado se ha fijado en el segmento inferior del útero, y posteriormente el corion, y luego la placenta, no migran más arriba, entonces el desprendimiento se convierte en la principal amenaza de dicha afección. Especialmente peligrosa es la placenta previa central completa, cuando el lugar del bebé cierra por completo o casi por completo la entrada del canal cervical.
  • Trastornos de la hemostasia. En mujeres con trastornos de la coagulación, desprendimiento del «lugar del bebé» durante el embarazo y el parto suelen producirse. Por lo general, los trastornos de la hemostasia van acompañados de otras patologías del embarazo.

  • Problemas de parto. A menudo, se produce directamente durante el parto, debido a una caída de presión, durante un parto rápido y precipitado, tras el nacimiento del primer hijo de gemelos, durante la rotura intempestiva de las membranas amnióticas, así como con un cordón umbilical corto.
  • Traumatismos. Por desgracia, también es una causa frecuente de complicaciones graves. Una mujer puede sufrir una lesión abdominal contusa, caerse sobre el estómago, sufrir un accidente y golpearse el estómago… Con una lesión de este tipo, desprendimiento del «lugar del bebé» se producen en aproximadamente el 60% de los casos.
  • Los malos hábitos. Si la futura madre no puede abandonar el hábito de fumar o tomar alcohol y drogas incluso mientras lleva a su bebé, entonces la probabilidad de que se produzca un desprendimiento espontáneo repentino se multiplica por diez.

  • Procesos autoinmunes. El sistema inmunitario de la embarazada puede empezar a producir anticuerpos específicos contra sus propios tejidos. Esto ocurre con alergias graves, por ejemplo, a medicamentos o con una transfusión de sangre mal realizada, así como con enfermedades sistémicas graves: lupus, reumatismo…
  • Enfermedades de la madre. Desde el punto de vista de la probabilidad de desprendimiento, todas las enfermedades crónicas de la embarazada son peligrosas, pero los mayores riesgos los crean la diabetes mellitus, la pielonefritis, los problemas con la glándula tiroides, así como la obesidad de la mujer.

En el momento del registro y tras revisar el historial médico de la paciente, si el médico determina que la futura madre tiene riesgo de desarrollar un desprendimiento, vigilará estrechamente el embarazo. Además de someterse a pruebas, ecografías y visitas médicas más frecuentes, es posible que se recomiende a la mujer pasar varios días en un hospital de día como medida preventiva durante todo el embarazo.

Síntomas y signos

El sangrado es la única manifestación de la separación prematura del «lugar del bebé»." La extensión del desprendimiento determina su grado y gravedad. Puede formarse un hematoma grande incluso a partir de un desprendimiento menor. Se trata de una acumulación de sangre que se forma entre la pared uterina y el propio «lugar del bebé» Tras el derrame de los vasos dañados. Cada vez más secciones de la placenta se separan y mueren como consecuencia de que el hematoma crece más y más si no hay ningún lugar al que pueda ir la sangre.

Si la patología es leve, es posible que no haya síntomas. Sólo un ecografista muy agudo y el obstetra que atenderá el parto podrán detectar un pequeño desprendimiento; habrá pequeñas hendiduras y posiblemente coágulos de sangre en el lado de la placenta donde estaba junto al útero.

Una mujer ya está experimentando un grado moderado de patología si tiene un pequeño dolor abdominal que le molesta y va acompañado de una secreción marrón o rosada insignificante. En cada etapa de cualquier mujer, la salud de la placenta debe evaluarse cuando se hacen «frotis» sanguinolentos aparecen.

Las propias mujeres embarazadas no suelen darse cuenta de lo peligroso que es un desprendimiento moderado. A menudo se presenta como una alteración del ritmo cardiaco fetal y supone un riesgo de hipoxia para el feto.

Un inicio agudo es un sello distintivo de todas las formas graves de patología. La embarazada experimenta un dolor abdominal agudo, repentino e intenso, mareos y una sensación interna de distensión. Es posible la pérdida de conciencia. Este tipo de desprendimiento provoca hemorragias graves e intensas. Sin embargo, también puede producirse una hemorragia leve. El color de la sangre es una de las características definitorias de la forma. Es brillante y escarlata con un desprendimiento severo. La mujer experimenta sudoración intensa, piel pálida y disnea casi al instante.

En las formas graves y medias, el médico observa una asimetría del órgano reproductor femenino durante la exploración, así como una tensión constante y un aumento del tono de la musculatura lisa uterina. Examinando el tipo de sangrado, un médico experto puede determinar rápidamente el tipo de desprendimiento.

  • No hay hemorragia o es insignificante – Es posible un desprendimiento central de la placenta, en el que toda la sangre se acumula entre la pared del útero y la parte central del «lugar del bebé». Es la forma más peligrosa.
  • Sangrado vaginal moderado – Es posible un desprendimiento marginal o parcial, en el que la sangre sale del espacio entre el útero y el «lugar del bebé» más rápido. Las patologías de este tipo tienen un pronóstico más favorable, ya que la salida de sangre aumenta la probabilidad de trombosis de los vasos dañados y la cicatrización de la zona.
  • No hay hemorragia en el contexto de un notable deterioro del estado de la embarazada y de dolor en el útero, la hemorragia queda oculta, y se trata de una situación bastante peligrosa que puede provocar el desprendimiento total.

Generalmente sordo y doloroso, el dolor puede volverse agudo y referirse a la parte baja de la espalda cuando hay un desprendimiento severo y pesado. Se hará mucho daño cuando el médico le palpe el útero. La escasez de oxígeno que se desarrolla en el contexto de un desprendimiento de placenta provoca que los latidos del corazón del bebé se vuelvan irregulares.

Los primeros indicios de un problema en el estado del feto aparecen si el «lugar del bebé» se ha alejado aproximadamente un 25% de su superficie total. En una situación que se considera peligrosa y se caracteriza por una alteración de la actividad motora del bebé, puede separarse alrededor del 30% de la placenta. Por lo general, el niño fallece cuando el órgano se desplaza un 50% fuera de su región original.

Sin duda, el médico tendrá en cuenta la edad gestacional a la hora de hacer un diagnóstico, ya que los síntomas y manifestaciones de la patología pueden variar en función del trimestre.

Desprendimiento en distintos momentos

El desprendimiento de placenta se produce con mayor frecuencia en las primeras fases del embarazo, pero no te preocupes: hay muchas formas de mantener el embarazo y evitar resultados perjudiciales tanto para la madre como para el feto si acudes al médico a tiempo. Normalmente, durante el primer trimestre, este tipo de desprendimiento se manifiesta como un hematoma retrochorial, que puede verificarse mediante ecografías. Puede haber secreción o no haberla.

Cuando esta fase del embarazo se trata adecuadamente, la placenta suele compensar totalmente la pérdida de contacto con el útero y el embarazo evoluciona con normalidad.

El desprendimiento es una afección más grave que pone al bebé en riesgo de hipoxia si se produce durante el segundo trimestre hasta la semana 27 inclusive. Cuando el bebé empieza a sufrir falta de oxígeno, se vuelve más enérgico y hace todo lo posible por obtener más oxígeno.

En cambio, los movimientos del bebé se ralentizan si persiste la hipoxia. La placenta puede crecer hasta la mitad del segundo trimestre, después de lo cual pierde esta capacidad y es incapaz de compensar el tejido perdido. Por lo tanto, si el desprendimiento se produce antes de las 20-21 semanas, el pronóstico es mejor. Los pronósticos no son tan coloridos a partir de este momento.

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La patología supone el mayor riesgo en las últimas etapas. Es físicamente imposible recuperar algunas de las funciones perdidas, por lo que «Children's Place» ya no puede expandirse. La hipoxia fetal no hará más que empeorar, pudiendo conducir a la muerte del niño. La mujer se somete a una cesárea para salvar al niño si el desprendimiento crece y aumenta en la zona.

Como los niños pueden nacer extremadamente prematuros, salvarlos no siempre es posible. La insuficiencia respiratoria aguda puede deberse a la inmadurez del tejido pulmonar o a la incapacidad de mantener la temperatura corporal.

Un régimen estricto en la cama y vigilancia las 24 horas del día en un hospital ginecológico son las únicas formas de preservar el embarazo si el desprendimiento del tercer trimestre no empeora. La mujer no puede quedarse en casa.

Aunque hay muchas causas de desprendimiento de placenta durante el parto, suele ocurrir en embarazadas gemelares o parturientas con polihidramnios. Un flujo sanguíneo excesivo puede hacer que las paredes uterinas pierdan su capacidad de contracción. En este caso, los médicos intentan inducir las contracciones en cualquier momento del proceso de parto. Si no funciona, practican una cesárea de urgencia.

Tratamiento

El desprendimiento de placenta no debe tratarse si queda poco tiempo para la fecha prevista del parto. Según el momento y las circunstancias, los médicos aconsejan practicar una cesárea o inducir el parto natural. Esperar y posponer no tiene sentido, ya que puede provocar una catástrofe.

Sin embargo, si el desprendimiento no progresa y el niño aún no se considera viable, los profesionales médicos harán todo lo posible por prolongar el embarazo. No existe una solución única para todos los casos, sino que la paciente y el médico deben considerar detenidamente los riesgos que entraña cada situación concreta. Entre ellas, la posibilidad de tener un bebé prematuro que no sobreviva o arriesgarse a que su estado sea crítico por desprendimiento e hipoxia.

El tratamiento hospitalario es la norma para el desprendimiento. El tratamiento sólo se administra cuando el desprendimiento es parcial, el embarazo es de menos de 36 semanas, la hemorragia vaginal es ausente o moderada, no hay signos de hipoxia fetal grave, y el desprendimiento del «lugar del bebé» está progresando. El régimen de medicación incluirá hemostáticos que detienen las hemorragias, así como otros fármacos a elección del médico.

Se recetan antiespasmódicos para eliminar la amenaza; estos medicamentos están destinados a mantener relajados los músculos uterinos y evitar incluso las contracciones tónicas temporales. Se administrarán a la madre fármacos que mejoren la circulación sanguínea entre el útero y la placenta y repongan el déficit nutricional del niño. Además, se le pueden sugerir suplementos de hierro y sedantes para ayudar a tratar los síntomas de la anemia.

En un entorno médico, es casi seguro que la madre se someta a una ecografía Doppler casi todos los días, además de a una CTG para controlar la salud del bebé. Los médicos vigilarán de cerca los resultados de laboratorio de la embarazada y prestarán especial atención a los factores de coagulación de la sangre. El objetivo de cada acción será evitar que vuelva a producirse una hemorragia.

En caso de que el desprendimiento de la placenta progrese, aunque sea ligeramente, se interrumpirá el tratamiento expectante y la terapia conservadora en favor de un parto de emergencia.

Cuando la placenta se separa bruscamente del útero durante el embarazo, puede ser una situación peligrosa que expone a la madre y al feto al riesgo de complicaciones. Es fundamental reconocer síntomas como el dolor abdominal repentino, las hemorragias y la disminución de los movimientos fetales, ya que una intervención rápida puede ayudar a reducir los riesgos. Las consecuencias fetales pueden variar, desde problemas de crecimiento hasta parto prematuro o, en situaciones extremas, muerte fetal. Las causas pueden ser desde hipertensión arterial hasta traumatismos. Conocer los síntomas y las causas puede ayudar a las mujeres embarazadas a recibir la atención que necesitan a tiempo, lo que beneficiará al feto.

Prevención

Toda futura madre debe tomar todas las precauciones necesarias para evitar desarrollar esta enfermedad. El médico informará de cualquier riesgo, por leve que sea, de desprendimiento y le dará varias recomendaciones cruciales para salvaguardar su salud y la del feto.

Dado que no se produce en la naturaleza, nadie puede ofrecer un tratamiento preventivo a las mujeres que ya han sufrido esta desagradable complicación. Sin embargo, se aconseja que la futura madre se inscriba en la clínica prenatal lo antes posible para evitar que se repita el problema.

Se desaconseja a las mujeres con placentación baja o placenta previa que mantengan relaciones sexuales, realicen actividades físicas excesivas o estén estresadas durante el embarazo, ya que existe la posibilidad de que se interrumpa el embarazo debido a anomalías en el «lugar del bebé»." No se puede evitar ir al médico y hacerse las pruebas necesarias durante el embarazo.

Si una mujer tiene la tensión alta, debe vigilarla y, si es necesario, tomar los medicamentos prescritos según las indicaciones del médico. Estos fármacos reducen eficazmente la tensión arterial sin poner en peligro la salud del niño. Se debe administrar inmunoglobulina anti-Rh a las mujeres embarazadas que tengan un factor Rh negativo y estén esperando un hijo Rh positivo durante el segundo trimestre del embarazo.

Durante el parto, la mujer debe dejar de fumar y limitar el consumo de alcohol, aunque no entre en la categoría de riesgo de desprendimiento. Al conducir, la mujer debe abrocharse siempre el cinturón, que debe quedar por encima o por debajo del abdomen. Debe moverse con mucho cuidado en invierno, cuando el abdomen aumenta bastante de tamaño, ya que corre el riesgo de caerse y sufrir un traumatismo abdominal contuso. Sus propias piernas también se vuelven invisibles.

La mujer debe mantenerse alejada de los alérgenos y sólo tomar medicamentos recetados bajo supervisión médica, ya que muchos medicamentos pueden provocar desprendimiento de placenta y hemorragias. Cuando una mujer padece una enfermedad crónica, su embarazo debe ser vigilado de cerca por dos profesionales médicos: un ginecólogo-obstetra y un especialista en el campo que trata la enfermedad de la futura madre. Las complicaciones sólo pueden evitarse con un tándem médico combinado.

La futura madre debe seguir todos los consejos médicos si aparecen síntomas de gestosis (como proteínas en la orina, tensión arterial elevada, edemas y aumento de peso patológico). Si es necesario, puede tener que acudir al hospital para recibir los cuidados y la supervisión necesarios por parte de profesionales médicos.

Previsiones

El pronóstico mejora si la mujer consulta a un médico lo antes posible. No hay que acudir a amigos, conocidos o a Internet en busca de información si hay molestias en el abdomen, aparecen secreciones sanguinolentas o empeora el estado general de salud. Es fundamental llamar a una ambulancia lo antes posible. El flujo sanguinolento no es normal durante el embarazo y suele ser un claro indicio de que hay problemas con la integridad del «lugar del bebé»."

Es crucial predecir el resultado y las ramificaciones del desprendimiento de placenta cada día y cada hora. El pronóstico será más negativo cuanto más largo sea el embarazo. Las previsiones también se ven afectadas por el tamaño del desprendimiento y la existencia de su progresión.

Signos de desprendimiento de la placenta Causas y consecuencias para el feto
Hemorragia vaginal, dolor abdominal, sensibilidad uterina, contracciones rápidas y disminución de los movimientos fetales Causas: Hipertensión arterial, traumatismos, tabaquismo, abuso de sustancias y embarazos múltiples. Consecuencias: Parto prematuro, bajo peso al nacer y, en casos graves, nacimiento de mortinatos

La detección precoz de los síntomas del desprendimiento de placenta es esencial para la salud y la seguridad de la madre y el niño. Aunque no todos los casos pueden evitarse, conocer las causas puede ayudar a tomar medidas preventivas.

El desprendimiento de placenta puede tener graves consecuencias para el feto, como parto prematuro y, en ocasiones, complicaciones potencialmente mortales. No obstante, los riesgos pueden reducirse y la madre y el niño pueden recibir los cuidados que necesitan con una atención médica rápida.

Es imperativo que las futuras madres se mantengan informadas, programen exámenes rutinarios y acudan rápidamente al médico en caso de notar algún síntoma preocupante. Tomar la iniciativa puede alterar significativamente los resultados.

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Olga Sokolova

Pediatra experimentado y asesor en salud infantil. Le interesan los enfoques modernos para fortalecer el sistema inmunitario, la nutrición adecuada y el cuidado de los niños. Escribo para hacer la vida más fácil a las mamás y los papás dando consejos médicos de eficacia probada.

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